Al principio de su carrera, Ivis balanceaba su tiempo trabajando en un banco financiero y estudiando en el Instituto Tecnológico de la Moda. Después del nacimiento de su hijo menor, decidió tomar dos años para quedarse en casa y disfrutar de sus hijos. Durante esos años, pasó mucho tiempo de calidad con ellos, yendo a la biblioteca, caminando en el parque y asistiendo a sus partidos de hockey. Además de compartir su amor por el hockey, la música también era una gran parte de sus vidas. Ella ama el baile y como su esposo es músico, su hogar siempre estaba lleno de música y melodías. En esos días, la medicina, los hospitales y los doctores no formaban parte del mundo de Ivis, pero eso pronto cambiaría.
Poco después de dar a luz a su segundo hijo, Ivis sintió una extraña sensación en su seno izquierdo. Su doctor insistió en que no era nada y que se debía a la lactancia de su bebé recién nacido. Sin embargo, después de 18 meses sin mejoría, Ivis insistió en hacerse un examen físico más completo. Durante la cita, su doctor notó algo inusual y la envió a hacerse una mamografía y un ecograma. Días después, los doctores le dijeron que no era nada serio y que debía regresar en seis meses, pero Ivis no estaba dispuesta a esperar más. Su instinto le decía que algo no estaba bien e insistió en que le hicieran una biopsia. Los resultados trajeron noticias que cambiarían su vida: Ivis tenía cáncer de seno (mama).
Navegando el cambio
Después de recibir el diagnóstico de cáncer de seno, su mente se llenó de dudas y preguntas. Si algo le pasaba, ¿quién estaría allí para su familia? Cuando pensó en sus hijos, su mentalidad cambió: “Yo no puedo morirme. Yo tengo a estos dos niños. Tengo a mi familia. Tengo a mi esposo. Yo quiero vivir. Yo tengo que hacer lo más posible para ayudarme a mí misma y pasar por esto”.
Su tratamiento incluyó recibir una lumpectomía, quimioterapia y radioterapia. Perdió su cabello, aumentó de peso y luchó contra la depresión y la fatiga. El medicamento también cambió el color de su lengua. En un momento de pánico, Ivis llamó a uno de sus doctores pensando que estaba muriendo, pero él la calmó. A pesar de las náuseas, la debilidad y los efectos secundarios del tratamiento, Ivis perseveró. Recordó que siempre había sido fuerte; era una luchadora. Cada vez que se sentía mal o deprimida, se decía a sí misma: “Tú lo tienes mucho mejor que otras. Tú tienes que luchar. Tú tienes que ser fuerte para tus niños”.
Ver el miedo en los ojos de sus hijos afectó profundamente a Ivis. Cuando uno de sus hijos desarrolló asma inducida por el estrés, se volvió aún más decidida a seguir adelante. A veces se sentía culpable al recordar cómo antes era una mamá enérgica que bailaba con sus hijos y hacía todo con ellos. A pesar de estos desafíos, Ivis encontró apoyo emocional en su familia y seres queridos. Sacó fuerzas de su fe para estar allí para sus hijos, su esposo y su familia. El esposo de Ivis fue un apoyo esencial para ella durante su tratamiento. Aunque fue difícil, él continuó trabajando y se encargó de todos los asuntos familiares, incluyendo cocinar para todos cuando su familia no podía estar allí para ayudar.
El tratamiento termina y el camino continúa
Aunque Ivis ha terminado su tratamiento contra el cáncer, todavía vive con algunos efectos secundarios. Su peso fluctúa y lucha contra la linfedema en sus brazos. Para manejar esto, Ivis recibe tratamientos de masaje regularmente y se asegura de hacer ejercicio. También, ella continuamente lee e investiga para mantenerse informada sobre las opciones de tratamiento.
De paciente a defensora
Al pasar por el tratamiento contra el cáncer, Ivis se prometió a sí misma que si sobrevivía, ella iba a ayudar a otras personas que enfrentan el cáncer. Pensaba especialmente en las mujeres que no hacen preguntas a sus doctores por miedo o porque no hablan inglés. Esto la motivó a aprender más sobre el cáncer de mama y a convertirse en defensora de pacientes.
Parte de lo que aprendió durante el tratamiento fue a hacer preguntas a su equipo de cuidados de salud y a asegurarse de ser una parte central del equipo. Su oncólogo sabía que Ivis tendría una lista de preguntas en cada consulta. Ahora Ivis les dice a todos, “escriban sus preguntas porque se les van a olvidar cuando están en la oficina del médico”. Luego empezó a servir como voluntaria con la Asociación Americana del Cáncer y la Fundación Susan G. Komen. Durante este tiempo, descubrió Share Cancer Support, una organización sin fines de lucro que apoya, educa y empodera a las personas diagnosticadas con cáncer de mama o ginecológico, y proporciona información sobre signos y síntomas. Poco después, se convirtió en la directora de LatinaSHARE, encontrando su pasión al ayudar a mujeres latinas a través de programas educativos y grupos de apoyo. Desde entonces, Ivis ha servido en comités, dado discursos en conferencias tanto en inglés como en español, y servido como un enlace con la comunidad hispana para los investigadores científicos.
Cuando colabora con organizaciones o asiste a conferencias, Ivis pide la información en español, mandarín, cantonés, japonés, coreano y otros idiomas más, porque el cáncer afecta a todo el mundo. “El mundo es tan profundo, hay tantas personas que necesitan ayuda en su idioma”.
El camino hacia adelante
Ivis ahora celebra más de 30 años como sobreviviente de cáncer. Está llena de alegría por haber tenido la oportunidad de ver crecer a sus hijos y de haber podido bailar en sus bodas. Hoy, Ivis es la orgullosa abuela de una hermosa niña que comparte su amor por el baile. Ivis espera que su nieta nunca tenga que enfrentar el cáncer. Ivis también está profundamente agradecida por el apoyo y la paciencia de su familia, especialmente de su esposo.
A lo largo de su vida, Ivis ha enfrentado desafíos y hecho sacrificios debido al cáncer. Sin embargo, quiere que todos los que enfrentan la enfermedad sepan que no están solos. Ella anima a otros sobrevivientes diciéndoles “infórmese tanto como pueda y sea una parte activa de su equipo médico. El amor más grande que uno puede dar es a sí mismo y seguir hacia adelante. Y como dicen en Puerto Rico, siempre pa’alante”.
Infórmese tanto como pueda y sea una parte activa de su equipo médico. El amor más grande que uno puede dar es a sí mismo y seguir hacia adelante. Y como dicen en Puerto Rico, siempre pa’alante”
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